LOS
VALORES EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN: DESDE LA
CONCEPCIÓN:
Judeo-Cristiana
Presentación:
La adquisición de
valores en el ámbito de la educación, es un hecho inherente que no solamente es
reclamado, sino que constituye la esencia del quehacer educativo. La escuela es
la fuente del saber y las virtudes y por lo consiguiente, el lugar donde se
espera egresen los hombres y las mujeres con una conducta intachable. Sin
embargo también es motivo de preocupación, que la escuela en la actualidad
descuida los aspectos morales en el desarrollo de los aprendizajes, porque
estos se reducen a la mera adquisición de habilidades de lecto-escritura, como
herramientas de acceso a la cultura únicamente.
Este enfoque del
quehacer educativo evidencia que en el nivel político, el ser humano desvirtúa
el bien común por el bien particular en el ejercicio de la partidocracia. Para
citar ejemplos de profesionales de alta investidura involucrados en actos de
corrupción, que en el peor de los casos no enfrentan su situación jurídica,
sino encima de todo huyen de la justicia.
Este tipo de
experiencias reflejan en la ciudadanía y en la población escolar mensajes
negativos, porque de quienes se espera integridad moral, son los menos
indicados. Este ensayo, pretende dar una explicación de la interpretación de
José María Puig Rovira y María Jesús Martín García en el capítulo de Educación
en Valores y de algunas referencias judeocristianas, producto de la catequesis
y pastoral cristiana.
El carácter transversal de la educación en valores:
Cuando se aborda
el tema de los valores, se traduce en el lenguaje ordinario la moral, como la
plataforma de entender las buenas acciones o los caracteres de las personas
desde el punto de vista de la bondad o malicia. Es frecuente escuchar la frase:
“Aunque el pago no era exigible, pero tenía la obligación moral de hacerlo”.
Frases como estas hace que la palabra moral está presente en todas las acciones
y ámbitos del conocimiento humano. No hay aspecto alguno de la vida diaria en
la que no se esté involucrado con la moral, por eso se perfila la moral como un
tema transversal en educación.
De acuerdo con
los autores, la persona no está programada ante todas las circunstancias, sino
se ve obligada a decidir continuamente cómo y hacia dónde quiere dirigir su
vida. Su futuro no está totalmente determinado por el azar, ni por las
prescripciones genéticas, ni por las influencias sociales y culturales de su
medio.
El origen de la
moral está precisamente en esa necesidad de decidir cómo se quiere vivir. Pese
a las presiones sociales y a los condicionamientos culturales, el ser humano
tiene la responsabilidad y la posibilidad de vivir de manera consciente, libre
y responsable.
La Educación Moral, es ayudar a los alumnos a
integrarse en la comunidad. Para conseguirlo, se les debe dotar de las
habilidades y bagaje cultural necesario para adaptarse a los códigos morales
establecidos, sumado a la socialización se destaca una vertiente creativa,
crítica y transformadora.
La educación
moral pretende que cada sujeto sea el autor de su propia historia, para la cual
debe tener en sus manos la responsabilidad de inventar su vida, de tomar
decisiones en situación de conflictos de valores y construir una forma de ser
deseada y un modo de convivir justo.
La educación
moral pretende ayudar al alumnado en el proceso de desarrollo y adquisición de
las capacidades para sentir, pensar y actuar. En la educación moral como en los
demás hechos educativos, desarrollo y aprendizaje son dos conceptos
estrechamente relacionados.
La educación
moral debe contribuir al desarrollo de las capacidades psicológicas que forman
el sentimiento, el pensamiento y la acción moral. Los sentimientos morales
abarcan la empatía, la vergüenza y el orgullo o la culpa. La reflexión moral
como el desarrollo del juicio moral y la comprensión crítica de la realidad.
Son
conocimientos básicos: los valores y los elementos culturales moralmente
deseables como la justicia, la libertad, la igualdad, la tolerancia, la
solidaridad, o la paz, como contenidos básicos de la personalidad moral.
Los autores
clasifican la educación en seis modelos a decir:
1)
Modelos de transmisión de valores absolutos:
Para imponer valores y normas se sirven de autoridad que regula la
vida personal y social. Se trata de mostrar de la manera explícita posible la
diferencia entre el bien y el mal, lo justo de lo injusto y qué conducta
adoptar en cada momento. Para eso hay
métodos de transmisión de valores absolutos: la instrucción, la inculcación, el
adoctrinamiento o el castigo. Es frecuente la coacción para conseguir que los
estudiantes hagan suyos los valores que se les desea transmitir.
2)
Modelos de socialización:
Es en el seno de la sociedad como bien supremo donde emana la
moralidad a la que las personas deben someterse, aceptando las normas y valores
que posibilitan y conforman la vida en sociedad.
En este caso, las normas a las que debe someterse la voluntad y la
conducta son obra de la colectividad, que definidas y acabadas, surgen del
trabajo en común y de la convivencia. La autoridad que posee la sociedad le ha
sido otorgada por todos sus miembros y necesita ser reconocida y reforzada
continuamente.
Según Durkheim, hay tres elementos básicos en la socialización:
a)
La disciplina. La vida moral no puede
estar a merced del azar, la indecisión o la arbitrariedad. Hay que fomentar en
el alumno cierto gusto por las normas y que defienda una actitud de respeto
hacia la autoridad.
b)
La adhesión a los grupos sociales. Son
los actos morales por los que se obra por un interés colectivo y no individual,
de interés impersonal y supraindividual que tiene por objeto la sociedad en su
conjunto.
c)
La autonomía de la voluntad: La
autonomía de la voluntad consiste en aceptar voluntariamente las normas
sociales.
3)
Modelos de autoconocimiento y autenticidad moral:
Este modelo se entiende cuando la persona se identifica con una
concepción relativista de los valores. Esta concepción surge y cobra fuerza
cuando las sociedades se hacen más plurales y el modelo de valores absolutos
entra en crisis. El punto de referencia para tomar decisiones ya no es una
instancia externa al sujeto, sino que
cada persona debe poseer una escala de valores propia que le permita tomar
decisiones en situaciones conflictivas. La única vía de solución ante un
conflicto de valores es apelar a la autonomía del sujeto, según una concepción
individualista, en la que nadie está legitimado para valorar la vida de los
demás, ni los tiene en cuenta para tomar sus propias decisiones.
El único aprendizaje que tiene sentido es orientar a fomentar en el
alumno un proceso interior de reflexión que le permita reconocer sus propios
valores que le serán útiles en el futuro para tomar decisiones en situaciones
moralmente controvertidas.
Para ello están los programas y experiencias que favorezcan el
autoconocimiento, la reflexión, la práctica activa y consciente en torno a los
valores morales.
4)
Modelos de desarrollo del juicio moral:
Los expositores de esta corriente son Piaget y L. Kohlberg cuando
hablan del Relativismo Moral. Este paradigma niega la existencia de valores
absolutos que deban transmitirse de generación en generación, pero tampoco
comparte la creencia de que los conflictos morales únicamente puedan
solucionarse atendiendo a situaciones subjetivas.
De la heteronomía a la
autonomía moral: Piaget afirma que el objetivo es
construir personalidades autónomas y responsables, por lo que la intervención
educativa debe impulsar el paso de la moral heterónoma a la moral autónoma.
Para ello, se deben proporcionar al estudiante experiencias que
favorezcan el abandono de la moral autoritaria e invitar a valorar y adoptar
una moral de respeto mutuo y de autonomía.
El desarrollo moral, según Piaget está determinado por el desarrollo
cognitivo y por las interacciones sociales que el niño mantiene con los adultos
y con sus semejantes. Considera que el razonamiento moral progresa paralelo al
desarrollo cognitivo.
Según Piaget hay dos tipos de interrelaciones sociales:
a)
Las relaciones de presión: Son
las que caracteriza las relaciones que los niños mantienen con sus padres o
adultos.
b)
Las relaciones de cooperación:
Son las que establece el niño con sus iguales que le permiten una moral
autónoma.
5)
Modelos de adquisición o hábitos morales:
La finalidad última de la
educación moral debe ser la formación del carácter y la adquisición de
virtudes.
La situación sociocultural, donde la crisis de valores y la anomia,
parecen ser los detonantes más significativos.
Una persona solo puede considerarse moral, si su conducta es
virtuosa. Es el comportamiento lo que define al sujeto moral.
Pedagógicamente, la educación moral como formación de hábitos,
intenta poner en marcha todos aquellos mecanismos y dispositivos que ayudan a
los educandos a realizar actos virtuosos coherentes con los principios morales
esenciales y que les permita habituarse a actuar de forma correcta, honesta e
íntegra.
6)
Modelos de construcción de la personalidad moral:
La educación moral es un producto cultural, cuya creación depende de
cada uno de los individuos y del conjunto de todos ellos.
Los elementos que intervienen en la construcción de la personalidad
moral son:
1)
Las experiencias y problemas de
valor que presenta la realidad: La escuela no puede quedar al margen de los conflictos
y temores que viven los alumnos fuera del ámbito escolar. La escuela debe de
estar atenta para captar aquellos conflictos que los jóvenes perciben en su
entorno cultural, relacionados con temas macroéticos como la eutanasia,
problemas medioambientales, la guerra o la injustita social. También deben
abordarse las experiencias de iguales de los alumnos.
2)
Las herramientas o procedimientos de la inteligencia moral: La inteligencia moral se entiende como el conjunto de instrumentos
o capacidades que constituyen la conciencia moral. Si el proceso de desarrollo
de esta capacidad de la persona moral ha sido adecuado, la persona acabaría por
descubrir y valorar por encima de otras consideraciones, el autoconocimiento,
la igualdad, la dignidad, el sufrimiento, la justicia, el diálogo, la autonomía
de las personas, la libertad, etc.
3)
La conducta moral: También está la
cultura moral que son los valores, las normas sociales, las reflexiones
filosóficas, los modelos personales, las instituciones sociales o las
propuestas normativas como: la declaración Universal de los Derechos del
Hombre.
Las concepciones Judeo Cristianas:
Judaísmo: Es la cultura religiosa de los judíos
(conocidos también como el pueblo de Israel). Es una de las religiones más
antiguas de la historia. Los términos judaísmo y religión no existían
en el hebreo premoderno. Los judíos hablaban de la Torá: leyes que Dios reveló
a Israel, y en las que se ofrecía una visión del mundo y una manera de vivir
(la Halajá), la senda que se debía seguir por el mundo: las leyes, costumbres y
prácticas judías.
Es
un sistema de santificación en el que todo está sometido a la voluntad expresa
de Dios, de acuerdo con modelos divinos revelados sobre el orden cósmico y la
legalidad. Judaísmo, Cristianismo e Islam, las tres grandes religiones monoteístas,
tienen mucho en común. El Cristianismo surgió en Palestina dentro de la
comunidad judía durante el siglo I d.C.; en un principio, el Islam
extrajo parte de su ideología del Judaísmo. Teniendo en cuenta que desde el
siglo VII la mayor parte de los judíos han vivido en un ambiente cultural
muy cercano al Cristianismo y al Islam, estas dos religiones ejercieron una
fuerte influencia en la historia del Judaísmo.
A pesar de que las distintas
formas del Judaísmo están enraizadas en la Biblia hebrea (a la que los judíos
llaman Tanak, acrónimo de sus
tres partes: Torá, el
Pentateuco; Neviím, los
Profetas; Ketuvim, los
Hagiógrafos), sería un error considerar el Judaísmo simplemente como la
religión del Antiguo Testamento. Para los judíos, toda la vida
es un continuo acto de adoración divina. “Tener a Dios siempre delante de mí”
(Sal. 16,8). Este verso que está inscrito en el frontis de muchas sinagogas,
muestra muy bien la piedad judía. Por tradición, los judíos
rezan tres veces al día: por la mañana (shaharit),
por la tarde (minjá) y al
anochecer (maariv).
Para el Judaísmo rabínico,
el estudio de la Torá, que es la voluntad revelada de Dios, también es
considerado como un acto de adoración. Todos los días durante los servicios
religiosos de las mañanas, se recitan pasajes de las Escrituras, la Mishná y el
Talmud. Los lunes y los jueves por la mañana, se saca de un arca, que está en
la parte frontal de la sinagoga, un rollo que contiene la Torá, escrito a mano.
Luego se procede a su lectura cantada frente a la congregación de los fieles.
La lectura litúrgica de la Torá más importante es la que se realiza durante el
shabat y en las mañanas de otras festividades. A lo largo del año, durante los
sábados, se terminará leyendo toda la Torá. El ciclo anual comienza nuevamente
cada otoño, con una celebración llamada Simjat
Torá (‘regocijaos con la ley’), que concluye al final de la fiesta del
Sukot. La lectura que se realiza de la Torá durante las fiestas versa sobre
distintos temas y observancias, dependiendo del día que se realice. La lectura
de la Torá durante los sábados y las fiestas es acompañada de la lectura de
escritos de los profetas relacionados con los mismos temas (Haftará, que significa conclusión).
Por eso, la lectura en público de las Escrituras es una parte fundamental del
culto religioso en la sinagoga. De hecho, en un principio, esta parece haber
sido la función más importante de la sinagoga como institución religiosa.
Además de las oraciones
a lo largo del día, los judíos recitan numerosas bendiciones, siempre antes de
algunos actos importantes y antes de disfrutar de las bondades de la
naturaleza. Para los judíos, la tierra pertenece a Dios. Los seres humanos
simplemente son agricultores o jardineros arrendatarios de esta tierra. Por lo
tanto, los arrendatarios no deben olvidar que parte de los frutos le
corresponden al dueño. Las leyes relacionadas con la alimentación de
los judíos están también vinculadas al culto del Templo. Hacen una analogía
entre la mesa de la casa de cada persona y la mesa del Señor. Los judíos no
comen la carne de ciertos animales considerados impuros (Dt. 143-21). Dentro de
esta categoría están los cerdos y los peces que no tienen aletas o escamas. Los
animales comestibles, aquellos con pezuñas hendidas y rumiantes, deben ser
sacrificados de forma apropiada (kasher), y se les debe sacar toda la sangre
antes de ser ingeridos. No se puede tomar simultáneamente carne y leche.
Cristianismo: Religión monoteísta basada en las enseñanzas de
Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la
cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está
ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de
1.700 millones de personas.
El Cristianismo, en muchos
sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de valores, se comprende
sólo desde “el interior” entre aquellos que comparten la creencia y se
esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la
religión que ignora estas concepciones internas, no sería fiel en el orden
histórico. Sin embargo, un aspecto de los que profesan esta fe no reconocen por
regla general que semejante sistema de creencias y de valores también puede ser
descrito de una forma que tenga sentido para un observador interesado, aunque
no comparta, o no pueda compartir su punto de vista.
Todas las referencias
históricas que se tienen de Jesús se encuentran en los Evangelios, parte del
Nuevo Testamento englobada en la Biblia. Otros libros del Nuevo Testamento
resumen las creencias de la Iglesia Cristiana primitiva. Tanto San Pablo como
otros autores de las Sagradas Escrituras creían que Jesús fue el revelador no
sólo de la vida humana en su máxima perfección, sino también de la realidad
divina en sí misma.
El misterio fundamental
del Universo, llamado de muchas formas en las distintas religiones, en palabras
de Jesús se llamaba “Padre”, y por eso los Cristianos llaman a Jesús, “Hijo de
Dios”. En todo caso, tanto en su lenguaje como en su vida, existía una profunda
intimidad con Dios y un anhelo por acceder a Él, así como la promesa de que, a
través de todo lo que Jesús fue e hizo, sus seguidores podrían participar en la
vida del Padre en el cielo y podrían hacerse hijos de Dios. La crucifixión y
resurrección de Jesucristo, a la que los primeros Cristianos se refieren cuando
hablan de Él como de aquel que reconcilió a la humanidad con Dios, hicieron de
la cruz el principal centro de atención de la fe y devoción cristianas, y el
símbolo más importante del amor salvador de Dios Padre.
En el Nuevo Testamento,
y por lo tanto en la doctrina cristiana, este amor es el atributo más
importante de Dios. Los Cristianos enseñan que Dios es omnipotente en su
dominio sobre todo lo que está en la tierra y en el cielo, recto a la hora de
juzgar lo bueno y lo malo, se encuentra más allá del tiempo, del espacio y del
cambio, pero sobre todo enseñan que “Dios es amor”. La creación del mundo a
partir de la nada así como de la especie humana fueron expresiones de ese amor,
como también lo fue la venida de Jesús a la Tierra. La manifestación clásica de
esta confianza en el amor de Dios viene dada por las palabras de Jesús en el
llamado Sermón de la Montaña: “Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni
siegan, ni encierran en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros más que ellas?” (Mat. 6,26). Los primeros Cristianos descubrían
en estas palabras una demostración de la privilegiada posición que tienen los
hombres y las mujeres por ser hijos de un padre celestial como Él, y del lugar
aún más especial que ocupa Cristo. Esa posición de excepción llevó a que las
primeras generaciones de creyentes le otorgaran la misma categoría que al
Padre, y a que más tarde utilizaran la expresión “el Espíritu Santo, a quien el
Padre envió en el nombre de Cristo”, como parte de la fórmula que se utiliza en
la administración del bautismo y en los diversos credos de los primeros siglos.
Después de numerosas controversias y reflexiones, aquella expresión se
transformó en la doctrina de Dios como Santísima Trinidad.
El mandato y la exhortación
de la predicación y las enseñanzas cristianas abarcan todos los temas
referentes a la doctrina y a la moral. Los dos mandamientos más importantes del
mensaje ético de Jesús (Mt. 22,34-40) son el amor a Dios y el amor al prójimo.
La aplicación de estos mandamientos a situaciones concretas de la vida, ya sea
en el orden personal o en el social, no genera uniformidad en el comportamiento
moral ni en el social. Por ejemplo, hay cristianos que consideran pecaminosas
las bebidas alcohólicas, pero los hay que no opinan igual. Existen cristianos
que adoptan diferentes posturas sobre temas de actualidad, ya sea desde puntos
de vista de extrema derecha, de extrema izquierda o de centro. A pesar de ello,
es posible hablar de un modo de vida cristiano, aquel que participa de la
llamada al servicio y a convertirse en discípulo de Cristo.
Juicio crítico:
La escuela en cierto modo siempre estuvo bajo
el control de la Iglesia, por lo tanto e indirectamente, la organización y
conducta de funcionarios tiene una tendencia de infundir respeto por la
veneración a Dios y el cumplimiento de los mandatos de Dios, como lo son los
diez mandamientos.
Dicho de otra manera, hay un modo de decir de
profesar la fe cristiana, pero el actuar difiere por la crisis de valores que
se vive en los distintos estratos sociales. Por lo tanto, considerar una
influencia religiosa en la educación tiene sus altibajos por no decir, una
desvalorización por el carácter laico de la educación.
Conclusiones:
1.
La vivencia de los valores morales en la educación es una aspiración
válida en la preocupación del género humano. Nadie quiere ver convertido a su
hijo en un criminal, por lo que se demanda siempre una intervención de la moral
en el quehacer educativo.
2.
Es imperante la necesidad de velar por la buena educación de los hijos,
porque no se puede dejar al educando fuera del alcance de los valores humanos.
Bibliografía:
1.
COLECCIÓN OCÉANO. Manual de la Educación, Grupo Editorial Océano. España,
s/f.
2.
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